¿Quiénes encuentran trabajo en España? El 38% de los nuevos afiliados son de fuera del país.

17/03/2024

La economía en general y el mercado laboral en España están muy influenciados por la inmigración. Rejuvenecen el empleo, pero también aumentan los salarios

La ocupación en España ha aumentado en casi 1,5 millones de personas cuatro años después del inicio de la pandemia. Sin la llegada de inmigrantes, el país no habría experimentado un aumento significativo del empleo. La llegada de población ayudó a satisfacer la gran demanda de trabajadores que ha existido en el mercado laboral, además de estimularla, ya que los inmigrantes fomentan el consumo.

De acuerdo con los registros de la Seguridad Social, casi el 40% de los nuevos empleos creados en España en los últimos cuatro años han sido ocupados por personas extranjeras. Casi 555.000 trabajadores extranjeros trabajan en el país, de los cuales casi la mitad se unieron en el último año, lo que demuestra que los flujos migratorios siguen siendo muy dinámicos. La llegada de extranjeros fue obstaculizada durante meses debido a la pandemia, lo que provocó problemas de empleo. Sin embargo, este problema se ha solucionado en los últimos dos años, lo que permite una migración embalsada.

Sin embargo, la inmigración registrada difiere de la que había antes de la pandemia. La migración de la población ha pasado de Europa del Este y África a Latinoamérica. La migración hacia Europa ha aumentado debido a la crisis económica constante en el continente, y España es el lugar ideal para hacerlo debido a su idioma y cultura. La llegada de trabajadores más calificados y con un dominio completo del idioma resulta en un proceso de absorción más rápido y efectivo por parte del mercado laboral debido al cambio de procedencia de la migración.

Desde el inicio de la pandemia, el 19% de los nuevos ocupados extranjeros son colombianos, mientras que el 14% son venezolanos. También se encuentran en los primeros lugares peruanos y hondureños, quienes tienen un 6%, y argentinos, quienes tienen un 4%. Son más que los ucranianos que han comenzado a trabajar en España, quienes solo representan el 3,4% del total de trabajadores extranjeros ocupados en España.

La comunidad de trabajadores colombianos en España ha experimentado un aumento significativo, pasando de ser la quinta más numerosa en 2020 a la tercera en 2021, superando a la italiana y la china. La comunidad venezolana ha ascendido de la séptima a la quinta, superando a la china y la ecuatoriana.

El tipo de trabajo que desempeñan los extranjeros se ve reflejado en este cambio geográfico de los flujos migratorios. Un tercio de los recién llegados a trabajar extranjeros fuera de la UE, principalmente de Latinoamérica, pertenecen a los servicios de alto valor añadido, como las profesiones liberales, científicas, técnicas, de comunicación, informática, entre otras. En contraste, solo el 3% de los trabajadores se dedican a la hostelería y el 12% al comercio. No obstante, la mayoría de los inmigrantes de la UE provienen de países del este de Europa y se enfocan en el ámbito de la hostelería, con un 23%, el comercio, con un 14% y la construcción, con un 12%.

Los movimientos migratorios también han contribuido a revitalizar o, al menos, detener el proceso de envejecimiento del mercado laboral. En comparación con los españoles, apenas uno de cada cuatro nuevos ocupados extranjeros tiene menos de 35 años. La situación se agrava en la categoría de edad siguiente, que va de 35 a 54 años, ya que actualmente hay una disminución en el número de trabajadores nacionales ocupados en comparación con hace cuatro años, en concreto, 41.000. La disminución se compensa con la llegada de más de 255.000 empleados extranjeros a ese grupo de edad. En contraste, en España, la mayoría de los empleados son de edad avanzada. El 77% de los nuevos ocupados nacionales tiene más de 54 años, mientras que el 19% de los extranjeros tiene menos de 54 años.

La llegada de inmigrantes ha reducido las franjas más estrechas de la pirámide poblacional, contrarrestar el envejecimiento. En realidad, una característica distintiva de los movimientos migratorios actuales es que están llegando para ayudar a las áreas más ancianas. En Lugo y Ourense, dos provincias españolas, los extranjeros son los principales empleadores. Han sido sustituidos por aquellos que se estaban retirando.

En los últimos cuatro años, en Lugo ha habido un aumento en la cantidad de personas ocupadas por extranjeros en 2.900, mientras que la cantidad de residentes nacionales ha disminuido en 1.200. En general, el empleo extranjero ha aumentado más en la mayoría de las provincias del norte que en el país, en parte debido a las jubilaciones. En Palencia, Huesca, Guipúzcoa y Burgos, el aumento de la ocupación es más del 70% de origen extranjero, mientras que en Burgos, Teruel, Cuenca, Vizcaya, Soria y Lleida, es superior al 60%.

La única forma de mantener abiertos los negocios en estas provincias, que se han vaciado de jóvenes y que envejecen a pasos agigantados, es atraer mano de obra extranjera. Las empresas no pueden encontrar trabajadores nacionales debido a su baja tasa de paro. En Euskadi, la tasa de desempleo no supera el 7%, mientras que en Cantabria y Aragón no supera el 8%, y en Castilla y León, Galicia, Navarra y La Rioja no supera el 10%. En España, las tasas de desempleo se consideran plenas.

En cambio, en las regiones del sur de España, la contribución de los empleados extranjeros a la generación de empleos es la más baja. Los nuevos ocupados en Cádiz, Murcia y Sevilla son menos del 20%. La distribución de inmigrantes está contribuyendo a contrarrestar el envejecimiento de las provincias del norte de España, que actualmente se enfrentan a un invierno demográfico. En cambio, en el sur, donde la población es más joven y las rentas son más bajas, la llegada de extranjeros ha sido menor. No obstante, la situación más extrema se presenta en Jaén. En la provincia, la cantidad de empleados sigue siendo menor que antes de la pandemia, en concreto, hay 128 empleados menos.

Durante muchos años, la población laboral china se convirtió en una de las más numerosas en el país. No obstante, en los últimos tiempos ha perdido importancia, no debido a la disminución de su población, sino porque no ha seguido el ritmo de crecimiento de otras naciones. De ser la cuarta comunidad foránea con la mayor cantidad de afiliados, se ha convertido en la sexta, superada por la colombiana y la venezolana.

En cuanto a la migración europea, la comunidad de trabajadores italianos se consolida, aunque han pasado de ser la tercera nacionalidad con más presencia a la cuarta. En los últimos años, el número de ocupados ha aumentado en casi 50.000 personas, casi un 40 % más que antes de la pandemia. La aparición de esta tendencia se remonta a mucho tiempo, en parte debido a la prolongada crisis económica que ha afectado a Italia desde finales de los años noventa. En España, el crecimiento del empleo ha sido del 6 % en los últimos cuatro años, mientras que en Italia ha sido del 2 %, lo que representa una disminución de tres veces. Muchos jóvenes italianos están buscando alternativas mejoradas en España, un país con un clima similar pero con una economía más activa.

En contraste, la migración ha disminuido significativamente desde el este de Europa. Desde el inicio de la pandemia, la cantidad de personas ocupadas en Rumania ha disminuido en casi 9.000, mientras que la cantidad de personas ocupadas en Bulgaria ha disminuido en 4.000. No obstante, los trabajadores rumanos continúan siendo la mayoría, con un total de casi 335.000 empleados, sin embargo, la comunidad marroquí está muy cerca de superar a los trabajadores rumanos.

En particular, desde los niveles previos a la pandemia, el número de personas ocupadas en Marruecos ha aumentado en 57.500. En febrero de 2020, la diferencia entre las dos comunidades superaba los 72.000 ocupados, pero ahora solo son 6.000. Si esta tendencia se mantiene, a finales de año la comunidad marroquí será la que contribuya con más trabajadores a España.

En comparación con todas las economías occidentales, España ha sido uno de los países de la UE que ha experimentado menos vacantes. A pesar de que muchos grupos han expresado su descontento por la falta de trabajadores, especialmente después del confinamiento, la situación no ha sido muy diferente a la que ha ocurrido en países como el Reino Unido, Alemania, Francia o EEUU. El gran flujo migratorio ha sido la principal causa, lo que ha permitido mantener un excedente de mano de obra.

Aunque ha contribuido significativamente al desarrollo económico, también ha obstaculizado la implementación de incrementos salariales. Y no solo entre los campesinos o los camareros. La llegada de inmigrantes de Latinoamérica ha permitido la incorporación de trabajadores calificados en sectores que necesitan capacitación, lo que ha evitado la competencia salarial que ha ocurrido en otros países. En conclusión, los resultados favorables en cuanto a la generación de empleos no son tan significativos en cuanto al dominio negociador de los empleados.

Esto explica el bajo aumento acumulado de los salarios en España desde el año 2020. A pesar de la elevada demanda de trabajadores en el país. Un dato habla por sí solo: en 2023, España creó el 44% del empleo en la eurozona.

Según los registros de Eurostat, el crecimiento acumulado de los salarios en los últimos cuatro años ha sido del 11,2%, lo que representa el tercer dato más bajo en toda la eurozona. Es muy diferente a países en los que la falta de mano de obra ha sido grave. Es el caso de los Países Bajos, donde los salarios han experimentado un aumento del 26%, o de Austria, donde los salarios han experimentado un aumento del 20%.

De esta manera, la inmigración ha contribuido a la creación de puestos de trabajo, fomentando el mercado laboral de trabajadores. Un impacto positivo en el crecimiento del PIB y en la revitalización del mercado laboral, pero también ha reducido la tensión debido a la falta de empleo, lo que ha frenado el aumento de los salarios. Si las empresas han dispuesto de mano de obra a bajo precio, es posible que también haya contribuido a frenar el crecimiento de la inversión.